La instalación de ventanas con cámara de aire es un requisito indispensable en viviendas y otras construcciones pasivas. Sin embargo, sólo una minoría de propietarios está familiarizado con este componente y con sus efectos sobre el aislamiento térmico y acústico de la vivienda.
Juntamente con el sellado de juntas y el uso de cortinas y persianas térmicas, el aislamiento de una ventana se logra con el empleo de una cámara de aire hermética. La Real Academia Española (RAE) recoge el término como «espacio hueco que se deja en el interior de los muros y paredes para que sirva de aislamiento», un concepto aplicable al elemento arquitectónico que nos ocupa, donde el ‘espacio hueco’ queda habilitado gracias a la separación de los vidrios, de un grosor de 16 milímetros en la mayoría de los casos.
Como repasaremos en las siguientes líneas, la efectividad de la cámara de aire depende en buena medida del material empleado en su relleno y de la separación de los vidrios que flanquean esta sección interna de la ventana.
Así funciona la cámara de aire de una ventana
Un vidrio con cámara de aire presenta una serie de beneficios inestimables para el ahorro energético y el bienestar general. Cierto es que puertas y ventanas desempeñan un rol clave en la aireación de la vivienda, pero también interesa que establezcan una división térmica entre el exterior y el interior, una barrera capaz de neutralizar las filtraciones y humedades.
El aislamiento de cámara de aire es posible debido a su impacto sobre la transmitancia térmica o Valor-U. Esta medida de calor, que determina el nivel de radiación solar que fluye a través de un sistema constructivo, puede reducirse eficazmente con la instalación de vidrios de doble cámara.
Un comportamiento térmico adecuado de las ventanas con cámara de aire radica también en la calidad del relleno insertado en este espacio interior. Por lo común, los fabricantes utilizan gases nobles como el argón que aumentan los niveles de eficiencia energética de la ventana.
En concreto, el poder aislante del gas argón radica en su baja conductividad el calor, y también previene la formación de escarcha en el perímetro de las ventanas durante el invierno. Este relleno no debe confundirse con el neopor empleado en el interior de los marcos, con objetivos similares.
El grosor de los vidrios y de la cámara de aire, condicionantes de su poder aislante
La distancia entre los cristales —es decir, el grosor— también influye en el rendimiento térmico de la ventana. Pero ¿cuál el grosor ideal de esta cámara en ventanas de doble acristalamiento? Las cámaras de aire se diseñan con un grosor de hasta 16 mm, pues una medida superior redundaría negativamente en sus cualidades aislantes. De hecho, si el espesor fuera mayor, el aire contenido en esta cavidad incrementaría su actividad conductora por efecto de la transferencia de calor por convección. Debe considerarse asimismo que las láminas de vidrio que flanquean este espacio tienen 4 mm.
En vista de lo anterior, las ventanas para aislar del ruido y del frío necesitan disponer de una cámara de aire que reúna las características mencionadas. Invertir en este tipo de ventanas repercute en el consumo energético de la vivienda. Las edificaciones Passivhaus logran, por medio de esta y otras prestaciones, proporcionar un ahorro cercano al 30% en el gasto de la factura eléctrica.
Las ventanas con cámara de aire armonizan con los objetivos y metas de desarrollo sostenible (ODS) establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al reducir la dependencia energética de la vivienda, este tipo de ventanas beneficia al medio ambiente a través de la reducción de las emisiones de CO2. Por esta razón, los usuarios comprometidos con la sostenibilidad deciden renovar sus ventanas antiguas por unidades provistas de una cámara de aire.
Por otra parte, la presencia de una cámara de aire estanca es un componente habitual en las fachadas, si bien el tratamiento que recibe es muy diferente. Sirva de ejemplo el material utilizado como relleno; en lugar del gas argón de las ventanas, se emplea la lana de roca, la fibra de vidrio o el poliuretano proyectado, más eficaces en el paramento exterior de edificios.