Ventanas de aluminio: ¿por qué son las mejores para combatir virus como el Covid-19?

Directa o indirectamente, la aparición del virus SARS-CoV-2 en diciembre de 2019 supuso un punto de inflexión para millones de personas, afectando también a la globalidad de sectores e industrias de las principales economías. Pero la pandemia no sólo catapultó el valor del oro y de otros activos refugio. El aluminio, por ejemplo, se convirtió en un metal muy preciado. ¿Por qué?

En 2021 la experta Wenyu Yao reconoció en un artículo publicado en El País, que «el aluminio sufre su tormenta perfecta. Porque, a medida que la economía global se ha recuperado del golpe de la crisis sanitaria, el consumo de este material se ha disparado».

Por más que no sea la razón principal, una de las claves que explicarían este boom es el bajo índice de persistencia del Covid-19 en las superficies de aluminio. El uso de puertas y ventanas de aluminio, y de la carpintería alumínica en general, permite elevar la higiene sanitaria en entornos públicos y privados. También es ‘amigo’ de la bioseguridad en centros y clínicas sanitarias.

Según el estudio Persistence of coronaviruses on inanimate surfaces and their inactivation with biocidal agents publicado en la revista The Journal of Hospital Infection, las partículas de SARS-CoV-2 permanecen entre 2 y 8 horas en las superficies de aluminio. En proporciones y temperaturas similares (21ºC), otros materiales son menos eficientes ‘desprendiéndose’ del virus; de hecho, el coronavirus demora varios días en desaparecer de ellos.

Gran parte de los materiales empleados en el sector de la construcción y la reforma suspenden en bioseguridad, si consideramos únicamente la supervivencia del virus en superficies. En concreto, las partículas infecciosas de Covid-19 tardan 2 días en abandonar la madera, 4 días de lograrlo en el vidrio y hasta 7 días en hacerlo en el plástico y el acero inoxidable —si bien de estas últimas puede desaparecer en 48 horas en ciertas condiciones.

Como el aluminio, otros materiales están integrados en nuestro entorno y pueden constituir un refugio para los microorganismos. El papel del dinero fiduciario puede albergar partículas de Covid-19 durante 4 días, mientras que el cartón sólo durante 24 horas. Cabe puntualizar que las superficies en las que menos tiempo resisten estos agentes infecciosos no son las de aluminio, sino las de cobre, donde sobrevive únicamente durante cuatro horas.

Extrapolando estas cualidades, el aluminio aparece como un perfecto aliado en la lucha contra las partículas víricas en general, no sólo las de Covid-19, pues el tiempo de permanencia de este virus no supera al de otros microorganismos, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

Otros beneficios de las ventanas de aluminio que avalan su uso

La higiene sanitaria no es la única cualidad del aluminio. Este metal se obtiene mediante el refinado de la bauxita, siendo prácticamente natural en su origen, razón por la que su tiempo de degradación es breve (10 años) en comparación con el de otras materias: los 300 años de una bolsa de plástico, los 4.000 años de una botella de vidrio, etcétera. Es reciclable en un 100%, y su reutilización conlleva un gasto mínimo de la energía requerida en su producción inicial.

Después del oxígeno y el silicio, el aluminio es el elemento más abundante del Planeta. Por esta razón, decantarse por la carpintería de aluminio es más sostenible y ecológico que hacerlo por la de madera. Las fibras de celulosa, aunque naturales en origen, son menos abundantes, y su obtención a gran escala puede incentivar la deforestación.

Indirectamente, ahorrar en consumo doméstico equivale a reducir las emisiones de CO2. Las ventanas y otros elementos de aluminio poseen cualidades aislantes que favorecen la rotura del puente térmico y evitan que las alteraciones bruscas de frío y de calor disminuyan el confort térmico en interiores. También garantizan un óptimo aislamiento del ruido exterior.

Por su resistencia y solidez, las ventanas con perfilería de aluminio pueden adoptar diseños más finos y minimalistas. El resultado es un menor número de elementos bloqueantes del paso de la luz solar (montantes, uniones, etcétera). De este modo, mejoran el aprovechamiento de la iluminación natural y proporcionan una mayor independencia del suministro eléctrico. Además, su elevada resistencia asegura una larga vida útil a este material.

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