6 tipos de cristales para ventanas que debes conocer

El 70-80% de la superficie ocupada por una ventana es cristal, elemento que no debe subestimarse, por su influencia en parámetros como el aislamiento acústico, la eficiencia energética, la seguridad o el bienestar térmico en interiores.

La evolución del vidrio de las ventanas se ha acelerado en el último siglo, pese a que los primeros registros de su uso se remontan al Antiguo Egipto y Mesopotamia. Hoy el mercado pone a disposición de profesionales y particulares una variada gama de tipos de cristales para ventanas: templados, bajo emisivos, flotados, laminados, etcétera. En las siguientes líneas encontrarás una descripción de cada una de estas soluciones, útil para decidir cuál se adapta mejor a las necesidades de tu vivienda.

¿Cuáles son los tipos de vidrios más utilizados en ventanas domésticas?

Cristales Monolíticos

Los vidrios así denominados se caracterizan por su sencillez, escasa capacidad aislante y limitada resistencia a los impactos. Sus propiedades, completamente alejadas de los estándares actuales, la convierten en una opción desaconsejable, pese a lo cual sigue recibiendo uso en construcciones secundarias, como garajes o casetas de aperos.

Con todo, la transparencia del cristal monolítico garantiza una transmitancia adecuada de la luz ambiental. De ahí que sea uno de los tipos de vidrios para ventanas y puertas más utilizados, pese a su evidente obsolescencia.

Cristales Con control solar

Estos cristales para ventanas exteriores se diferencian del resto en el uso de componentes irradiantes en una de sus caras, que neutralizan la transferencia calórica, sin interrumpir la transmitancia de la luz. En otras palabras, son vidrios diseñados para potenciar la iluminación en interiores, sin modificar las condiciones térmicas de la vivienda.

En inmuebles cuyas fachadas se orientan al sur o al este, los cristales Guardian Sun y otros productos afines han demostrado ser beneficiosos. Además de participar del confort térmico, este vidrio permite filtrar en cierto modo la radiación solar que impacta sobre los materiales y bienes de la edificación, salvaguardándolos en épocas con exposiciones prolongadas, como la primavera y el verano.

Vidrios Flotados

En los vidrios flotados, se emplea una combinación de compuestos vitrificantes, como la cal o el sílice, sometidos a un proceso de fundido sobre una capa de estaño, también fundido. Este tipo de vidrio para ventanas ofrece un grosor homogéneo y una lisura sin distorsiones muy valoradas en el sector de la construcción y la reforma.

Al margen de estas cualidades, la transmisión de la luz natural es una de las mayores fortalezas de los vidrios flotados, que cumplen holgadamente con los estándares internacionales de calidad.

Vidrios Templados

Los cristales templados fueron introducidos en el mercado por el químico austriaco Rodolph A. Seiden y presentan una resistencia y propiedades térmicas superiores a los vidrios monolíticos y otros menos convencionales.

La seguridad es uno de los aspectos más sobresalientes de los vidrios templados. Mientras que los cristales comunes se rompen en fragmentos cortantes y puntiagudos, los templados se fragmentan en gránulos que suponen un menor riesgo de ocasionar heridas. Su resistencia a los impactos es notable, razón por la que se emplea en el acristalamiento de puertas y ventanas.

Cristales Laminados

Desarrollados en 1909 por el francés Édouard Bénédictus, los cristales laminados son cada vez más apreciados por su compatibilidad con tratamientos aislantes del sonido y para el control solar. Tradicionalmente, la seguridad ha sido la cualidad estrella de estos vidrios.

En caso de impactos y roturas, su comportamiento es superior a los vidrios templados y no digamos a los monolíticos, pues aunque la superficie se fragmenta, los trozos permanecen unidos gracias a la presencia de una capa intermedia de butiral de polivinilo (PVB). Estos vidrios para ventanas también disponen de cantos pulidos que reducen el riesgo de lesiones.

Cristales Bajo emisivos

Los cristales bajo emisivos, ATR o simplemente térmicos garantizan una mejora de la eficiencia energética de la vivienda gracias a la cámara de aire, el doble acristalamiento y la capa de óxidos metálicos que dispone en una de sus caras. Estas prestaciones evitan el efecto invernadero en el cerramiento del edificio.

Además, el uso de vidrios bajo emisivos reduce las transferencias de frío y de calor que sufren la mayoría de ventanas, elevando así el aislamiento térmico y reduciendo tanto la factura eléctrica como la huella de carbono en el medio ambiente.

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