De las ventanas depende la aireación de las habitaciones, necesaria para el confort térmico y la calidad del aire. Pero en verano la ventilación no siempre equivale a frescor. La brecha de temperaturas entre el interior y el exterior o la presencia de alérgenos en el ambiente son condicionantes que inducen a formular una pregunta obvia: ¿cuándo abrir las ventanas en verano?
La respuesta lógica es abrir las ventanas en franjas horarias que sean favorables. El objetivo no es sólo protegerse de los picos de temperatura, sino también prevenir el derroche energético y maximizar el rendimiento de ventiladores y aires acondicionados. Desentenderse de estos factores o equivocar la hora del día es contraproducente para el bienestar dentro de la vivienda.
Entonces, ¿es bueno abrir las ventanas cuando hace calor? En las horas centrales del día, cuando el bochorno es máximo y la temperatura ambiental del exterior supera a la del edificio, mantener las ventanas cerradas es la opción más inteligente. Adicionalmente, echar las persianas evitará que la radiación solar transmita su calor a las habitaciones interiores.
Estas medidas —ventanas cerradas, persianas echadas— bloquea el paso del calor y de la luz en los tramos horarios más tórridos del día, amortiguando así sus efectos sobre el confort térmico de la vivienda. Lo anterior no significa que deba renunciarse a ventilar las habitaciones durante el periodo estival. Las primeras horas de la mañana y a partir de las últimas de la tarde es cuando abrir y cerrar ventanas en verano proporciona mayores beneficios.
Factores que influyen en la conveniencia de abrir o cerrar las ventanas en verano
Un primer condicionante al administrar las ventanas en verano es el gap de temperaturas entre el interior y el exterior del edificio. Sólo en momentos puntuales del día existirá una paridad térmica, por así llamarla; es decir, una temperatura idéntica tanto dentro como fuera de la vivienda. En la mayoría de los casos, persiste un desequilibrio, a veces drástico y desfavorable.
Es importante tener presente los siguientes datos: (1) que nuestro organismo, en condiciones normales, se mantiene a una temperatura de 37 grados centígrados, y (2) y que el confort térmico en interiores se alcanza cuando la temperatura ronda los 26 grados en el hogar, que, sin embargo, no es una prisión: sus inquilinos salen y entran con frecuencia, más aún en un periodo tan vacacional como el verano. Esto significa que la brecha climática entre el interior y el exterior debe suavizarse en la medida de lo posible, para reducir el shock.
A la vista de esta realidad, ¿qué hacer con las ventanas en verano? Lógicamente, deben permanecer cerradas en las horas en que el calor sea más intenso, ante el riesgo de que puedan elevar el termómetro dentro de la vivienda. Por el contrario, sí será una opción abrir las ventanas por la mañana temprano o de noche, ya que contribuirá a refrescar las habitaciones. Se logra así mantener la casa fresca sin aire acondicionado, aunque el uso de este electrodoméstico también condiciona el horario de apertura de las ventanas.
Existe la creencia de que conviene parar el aire acondicionado cuando se abre ventanas. Nada más desaconsejable. La razón reside en que el aire ambiental, si no se renueva, corre el riesgo de viciarse y de sufrir una pérdida de calidad. Lo recomendable es abrir parcialmente las ventanas mientras se utilizan sistemas de climatización, para mejorar así la circulación del aire y la entrada de frescor en momentos en que la temperatura externa es más baja que la interna.
Por otra parte, las alergias son un factor adicional a tener en cuenta en verano, cuando la mayor calidez del clima impulsa el proceso de polinización en determinadas zonas geográficas. Se estima que la cantidad de pólenes en las capas inferiores de la atmósfera es mayor al principio y al final del día.
Por esta razón, los consejos anteriores sobre el horario de apertura y cierre de las ventanas debe adaptarse en el caso de las personas afectadas por la alergia. También se deberá poner más cuidado en la aireación de las habitaciones, sin olvidar la importancia de aislar la casa para ahorrar energía.