Elegir el material más adecuado para las ventanas es una cuestión difícil, por la diversidad de pros y contras que plantea cualquiera de las opciones disponibles en el mercado: el PVC, el aluminio y la madera, principalmente.
De origen artificial, el PVC destaca por su versatilidad y alta eficiencia energética; el aluminio, de procedencia más natural, sorprende por su elevada resistencia y precio asequible; y la madera, netamente ecológica, aporta una gran calidez y elegancia al diseño de la ventana, a costa de un mantenimiento exigente.
¿Pero cuál es el mejor material para ventanas? Para responder a este interrogante, a continuación repasaremos las principales características de cada material.
Ventanas de PVC: versátiles y sofisticadas
El policloruro de vinilo, comúnmente denominado PVC, es uno de los derivados del plástico más dinámicos y resistentes, con infinidad de aplicaciones en sectores como la construcción, la sanidad, la electrónica o la automoción. Desde su aparición en 1935, las ventanas de PVC han experimentado evoluciones notables hasta alcanzar niveles de aislamiento y conductividad en armonía con la eficiencia energética buscada hoy.
Con toda probabilidad, el PVC es uno de los mejores materiales para ventanas atendiendo a su durabilidad y resistencia a la acción de la radiación solar y la humedad. Se comercializa en múltiples acabados y texturas, y su capacidad para aumentar el aislamiento térmico y acústico del inmueble lo convierte en un aliado de los hogares pasivos.
Que el PVC sea, según la opinión generalizada, el material de la mejor ventana no significa que esté exento de desventajas. Su resistencia a las inclemencias meteorológicas es menor que el aluminio, pudiendo sufrir roturas y deformaciones en climas extremos. Tampoco su precio es el más económico, por lo que encarecerá el presupuesto destinado a proyectos de construcción y reforma.
Ventanas de aluminio: resistentes y asequibles
Que las ventanas de aluminio sean las más comunes en el parque inmobiliario español habla en su favor. Este material para ventanas es el más económico de los disponibles actualmente, y su variedad de diseños y acabados se adapta a todos los gustos y necesidades.
Por su nula oxidación y tolerancia a la humedad, el aluminio puede introducirse en cualquier climatología, y si dispone además de rotura de puente térmico (RPT), ofrece niveles aceptables de aislamiento y eficiencia térmica. Para satisfacción del usuario comprometido con el medio ambiente, este metal es reciclable al cien por cien.
Lo anterior debería explicar por qué es mejor el aluminio que el PVC, pero esta creencia no contempla las contras que deslucen este material. Su frialdad, por ejemplo, favorece la condensación y la transmisión de bajas temperaturas si carece de RPT. Menos exigente que la madera en su mantenimiento, el aluminio puede deteriorarse rápidamente sin unos cuidados mínimos.
Ventanas de madera: ecológicas y elegantes
Las cualidades estéticas de la madera son muy apreciadas entre los consumidores más exigentes, que valoran asimismo la extensa tipología disponible —pino, cedro, iroko, caoba, etcétera— con prestaciones y acabados diversos. Además de su elegancia, la madera destaca por sus atributos ecológicos, siendo reutilizable, reciclable y biodegradable.
Las ventanas con perfiles de madera no precisan de rotura de puente térmico para alcanzar unos niveles aceptables de aislamiento térmico. No obstante, las maderas más frágiles a la humedad, la exposición solar y otras condiciones adversas requerirán un tratamiento previo que garantice una óptima durabilidad. Por razones similares, su limpieza y mantenimiento tampoco deben subestimarse, siendo más molestos y laboriosos que en las ventanas de aluminio y de PVC. En definitiva, sean cuales sean los tipos de material para ventanas elegidos, conllevarán una serie de desventajas a considerar.
